Estás muy callada hoy, de Ana Navajas
- alesonzini
- 5 ene 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 ene 2021

"El cementerio donde está enterrada mi mamá es mi jardín favorito". Así empieza la novela de la argentina Ana Navajas (Buenos Aires, 1974), publicada por la editorial Rosa Iceberg.
Sé que este libro me atrapó por la forma en que Ana Navajas relata un momento muy particular de su vida. Me identifiqué con lo que siente y vive la protagonista. Amo su etilo narrativo: directo, sincero, natural. Lo leí y lo releí dos y hasta tres veces, marqué con un lápiz —me encanta hacerlo porque después cuando recomiendo libros sé dónde están los puntos focales de la historia—, me reí y hasta llamé a una de mis hermanas para contarle la anécdota del concert de inglés —no quiero spoilear, pero es mortal lo sincera que es la autora—.
Estás muy callada hoy, el debut literario de Navajas, es una novela breve —143 páginas que me las leí en dos tardes— pero potente y prometedora que persigue un estilo de narrativo personal sobre una mirada honesta y conmovedora de una mujer que está en la mitad de su vida y transita la muerte de su madre. Con un relato que va desde el humor negro y ácido, habla de las relaciones familiares: con sus madre muerta, su padre, sus hijos, sus hermanos, su marido y con ella misma.
“Atrapada en la mitad de la vida, la narradora de este diario ficticio, o de esta ficción del yo, no encuentra su propio deseo. Es, a la vez, hija, esposa, hermana, madre de tres y huérfana. Pero, ¿quién es ella, ella sola, sin tener que ocuparse de nadie, ni del perro? La escritura aparece como el lugar donde sucede esa pregunta. Es la desertora, la que se aleja para fumar y observa los tics de clase, los remolinos familiares, las mutaciones invisibles. Hoy estás muy callada, sí, pero ese silencio está lleno de palabras y, bajo la aparente quietud, está este movimiento verbal, el duelo, el relato, la resultante de todo el tironeo emocional: una soledad construida y la defensa de una voz propia. Parece decirnos: déjenme estar callada, estoy viviendo. Y, en ese reclamo de sentir las cosas a su manera y a su propia velocidad, hay a veces humor, curiosidad infinita ante el misterio de los hijos, recuerdos de una infancia en el calor del Litoral. La voz se despliega con inteligencia, librada de la gratuidad de la ficción y desentendida de la fidelidad autobiográfica. Así los textos van conformando una novela agazapada, en la independencia total de la mirada”. Pedro Mairal.
María Alejandra Sonzini
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